Biribip… biribip


Tengo que hacer deportes. Estoy duro y cagao como estatua de plaza.
El sábado a algunos barrigones se les ocurrió “hacer un partidito” después del asado y me di cuenta que paso más tiempo en el computador que en el gimnasio. En realidad no paso ningún tiempo en el gimnasio.
Me metí en la cancha nada más para decir que “estaba” porque mi participación fue nula. No pensé que iba a ser para tanto. Camino entre 70 y 80 cuadras todos los días, pero hoy fue mortal. Volver a casa desde el trabajo mañanero producía unos leves dolorcitos.
Entonces me dije: “ya arol, hoy te vas en micro”. Caminé unas cuadras, paré una micro en un lugar que no paran pero después de ponerle cara de llorón y de golpear la puerta el tipo abrió y me dejo entrar.
Ya, ahora la tarjetita. Biripbip… biripbip. Saldo insuficiente. Puta miércale me traje la tarjeta que no tenía y la otra que había cargado el finde la dejé en la otra mochila. Entonces honesto y pavo como soy quise bajar y el micrero no me dejó.
- ¿Qué?
- Jum, a una le cuesta el pasaje
- A mi también señora, así que no me mire así; pero más me cuesta ser bol-u-d-o y olvidarme la tarjeta.

Parece que la palabra bo-l-u-d-o no le gustó a la vieja y menos le gustó mi tonito así que no molestó más.
Justo cuando sube uno que de verdad se equivocó de tarjeta la gente desconfía.
Y uno que está ahí como preso de miradas inquisidoras de otros que sí pagaron su pasaje. “Pero si yo quería pagar” grita uno en su cabeza pero la gente que viaja en micro no anda leyendo los pensamientos.
La próxima vez hago más deportes

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