Breve manual para liberarse de un gato


Hace unos cuantos días hay un gato que me viene a visitar. Llora en la puerta y hasta que no lo deje entrar no se calma. Una vez adentro es el personaje más pegajoso del planeta, así que luego de los sufrimientos del caso he descubierto que se puede redactar un breve manual para soportar o ahuyentar los molestos miamiauses de nuestros peludos amigos.

Usted habrá tenido, como todos, la fortuna de hacer callar momentáneamente al tipejo, pero para ello tuvo que hacer entrega de su cama y/o sofá quedando su cuerpo relegado a lugares tales como una silla, el piso o unas simples pantuflas de ositos que lo mantienen en pie.

Es por ello que una vez que sienta que eso que tiene se parece más a una pelusa con un caramelo debajo de la cama que a un gato debe comenzar con el proceso denominado “Operación te vas o te hago al horno” que consiste en ubicar la mano debajo del animal para posteriormente ejercer un movimiento bamboleante sin soltar al cosito hasta que tras tres o cuatro vaivenes decide arrojarlo por los aires al grito de “ay dónde terminará”.

Audazmente nuestro amigo ha de caer en pie gracias a una técnica que ha aprendido en su juventud con los monjes budistas de la Hermandad de los Parados del Tibet. De esta manera, en fracción de segundos lo tendrá de nuevo en la cama al ritmo de grurruuu- grurruuu, porque si hay algo que tienen de característico es su bonita y molestosa perseverancia.

Ahora viene el secreto del manual. atención
Hay una forma de vencer esa técnica que tienen para caer parados. Para que lo sepan, ellos se mantienen en pie porque mueven el rabito de aqui pa’llá; así que tomarán el primer hilo que encuentren (en su defecto puede ser utilizada una soguita de esas que se ponen en las zapatillas) y procederán a amarrar firmemente el extremo superior del rabo con una de las patas traseras que, con finalidad de un buen resultado, da lo mismo si es la izquierda o la derecha.

Posteriormente a la amarrada repetirán el procedimiento de lanzamiento, anteriormente descrito, pero esta vez en lugar de ver cómo cae en pie solo escucharán un “tuc” en el piso de madera (no sean malosos y háganlo en un piso de madera) para luego ver cómo se retira sin siquiera mirarnos.

Si la técnica anterior no funciona se recomienda llamar a la inmobiliaria más cercana a su domicilio y proceder a la mudanza inmediata sin informar del paradero al felino.

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