Me meo... me meoooo!!!


La necesidad de ir al baño a hacer del uno (porque se puede hacer del uno o del dos) es inversamente proporcional a la distancia que se mantiene con el dichoso hogar donde se encuentra el receptáculo de nuestros líquidos internos. Venga que, en pocas palabras, nos da más ganas de ir al baño cuando más cerca estamos.

Salimos un sábado cualquiera en la noche y no tenemos inconveniente en bebernos un buen par de agua mineral importada en algún restaurante de calidad, o lo que es más típico, mandarnos para adentro unas seis o siete cervezas en un barsucho atestado de gente con música que te revienta y te pone a gritar en lugar de hablar.

Y el tema es que nos bebimos unas cuantas y anduvimos laralalala la lo más campante con nuestra vejiga con todo el liquidito haciendo Glup Glup Glup Glup adentro sin que nos llame la atención. En algunos casos fuimos capaces de acompañar a nuestra chica o chico (dependiendo de qué acostumbre uno) hasta su casa y nos tomamos el tiempo para el famoso entro no entro entro no entro que no que si y ahí la dejamos a la niña y nos vamos de nuevo larala lala laralala (sí, ya es otra la canción porque la anterior nos aburrió) y como la casa de nuestra chica/chico no nos queda tan lejos de la nuestra y como ya se nos fueron todas las monedas en el taxi, las cervezas y en el borracho con quien fuimos solidarios, nos disponemos a caminar.

Es así que a cada 10 metros sentimos que nuestra compañera flexible de líquidos llevar comienza a endurecerse; pero ajenos a la situación seguimos camino, total sólo faltan unas calles. Lo que no contamos es que a medida que falten menos calles la muy maldita vejiga se nos convertirá en enemiga pues la muy desgraciada se va haciendo más pequeñita y nosotros sigue que te sigue caminando. Ella cada vez más dura y uno como piedra que ya comienza a observar si no hay nadie cerca, que total es muy de noche y venga que ese árbol cubre un poco total quién no lo hizo una vez y cuando va a por su amigo no falta el coche que pasa como el correcaminos y como es sábado en la madrugada lleva unos cuantos borrachotes que te gritan y toda la inspiración que tenías se te va de una vez.

Así que seguimos caminando hasta que, al fin, estamos frente al edificio, total aquí ya falta poco para llegara nuestro piso; pero como acto de venganza la que alguna vez fue nuestra amiga, la muy jadeputa de la vejiga te dice: “si no abres ahora reviento” y uno que se hace señorita torciendo las piernas y fregándolas una con la otra chocando sus rodillas; te metes al ascensor y de nuevo piensas “aquí no me verá nadie” y cuando estás a punto ¡zas! Recuerdas que “Por su seguridad lo estamos grabando”. Sales de ese aparato que nunca anduvo tan despacio en tu vida y ya estás frente a tu puerta, vienes con la llave en mano porque lo único que piensas es en abrir eso y desprenderte de todo. Al fin entras a tu casa, pasas, das el portazo, no enciendes la luz, corres bajándote la cremallera y como puedes te entregas a la calma total.

Al fin terminas y te vas como Platón (con la gotita en el pantalón) duermes relajado y te despiertas al otro día dándote cuenta que tras seis cervezas y en la oscuridad es tan parecida la cocina con el baño.

estas cosas se escriben sin corregirse... como se nota

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