Todos llegaremos ahí. Algunos por lo que veo ya han llegado y en realidad por lo que más veo otros si siguen con ese ritmo no alcanzarán ni la mitad de camino, pero un poco más un poco menos la mayoría llegará a viejo.
Se van a arrugar, van a empezar a formar una curva y se van a hacer en los pantalones que para ese entonces ya no serán pantalones sino que serán unos grandes pañalotes y que pese a lo que parezca no son bebés, ya están en el tiempo suplementario y el referí está a punto de tocar el silbato.
Pero lo que es una señal para darse cuenta que todos comienzan a formar parte del club de los futuros abonados del país de los tiesos es que van a aplicar reformas inmediatas y drásticas a su cuerpo.
¿Cirugía plástica? No, nones señores. Estamos hablando del momento en el cual tendrán que hacer una renovación integral del comedor porque aun quieren darle la dentadita al pan de dos días o al turrón de maní que con el frío se pone que ni el señor miyagui lo puede.
En estos días pude encontrarme con alguien que estaba haciendo inauguración de esa parte de su cuerpo y me di cuenta de varias cosas:
A tener en cuenta:
- Pese a que no quieren llamar a los perros una jauría se le arrima cuando hablan porque no paran de lanzar silbiditos.
- El corega es su principal aliado frente a la desgracia.
- Son los únicos capaces de silbar y cepillarse los dientes al mismo tiempo.
- Parece increíble, pero creen que nadie se da cuenta cuando aplican acrobacia lingüística y de un empujoncito mandan toda la dentadura pal lugar de donde no tuvo que haber salido.
- Aun cuando no tienen sed, hay un vaso de agua junto a la cama. Por las dudas siempre tomen de la botella.
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